Y es que nuestro fundador, quien mantuvo una intensa y activa acción apostólica de evangelización, no solo emprendió acciones en favor de los negros, esclavos y campesinos (colectivos con grandes necesidades y sufrimiento), sino que vio en la mujer una visión positiva y un elevado concepto de ella basado en su insustituible función en la sociedad como esposa y madre: "tales cuales fueren los sentimientos de la madre, esos serán también los sentimientos de la familia y por consiguiente los del pueblo". Por este motivo, venciendo muchas dificultades, funda instituciones con el doble fin de elevar el nivel cultural y promover la profesionalización de la mujer. Además de la Congregación de Hermanas del Amor de Dios y la Casa de Caridad y Oficios de San Ildefonso, funda la Academia de Tipógrafas y encuadernadoras. De ésta se puede decir que, aunque no sea la obra más importante, adquiere significado especial porque él dirigió su fundación en los últimos días de su vida y porque ella es una clara afirmación de que él seguía creyendo en la liberación de la mujer, aun cuando la muerte estaba ya a punto de vencerle. El hecho de que las tres obras fueran llevadas por mujeres indica el grado de confianza que Usera tenía en la mujer en su rol dentro de la sociedad.

Es por ello que nuestra institución, y por extensión nuestro centro, sensible y respetuoso con las necesidades de hombres y mujeres de nuestra época, encuentra siempre motivos para ensalzar la dignidad humana y la promoción integral de la persona, por encima de modas o apropiaciones, creyendo en una igualdad de oportunidades que desde nuestros inicios nos consagran y distinguen como una educación de excelencia, una educación con el sello del Amor de Dios: sin distinciones, sin etiquetas, sin discriminaciones. Una educación de respeto, libertad y superación.