Ante la trascendencia de este acontecimiento histórico, resuenan dos palabras en el imaginario de quienes vivimos en primera persona este momento de transición: Gratitud y Esperanza.
Gratitud ante lo que puede definirse como un genuino, profundo y auténtico acto de amor: tal como un hijo se yergue y camina sobre la senda marcada, no para alejarse de sus padres sino para llegar más lejos, cual relevista que mantiene viva su consigna, abriendo “nuevos y dilatados horizontes” (Venerable Jerónimo Usera, fundador congregacional), dando testimonio de un legado que tuvo su surgimiento dos siglos atrás.
Y Esperanza, siempre renovada y fortalecida, ante las oportunidades y desafíos que nos emplazan a adaptarnos, con inteligencia y oportunidad, a los nuevos tiempos y las nuevas realidades de una sociedad en constante evolución. Porque el reto de la innovación y la excelencia, escrito en el ADN de nuestra Institución, nos invita una y otra vez a ser motor de progreso, transformación y calidad educativa allá donde estemos, siempre desde el carisma cristiano y vanguardista que ha acompañado a nuestra vocación de excelencia y atención integral. Y muy especialmente, por qué no decirlo, con una mirada especial a quienes más nos necesitan, pues en el testimonio de vida de nuestro fundador “nunca llamó a su puerta una necesidad que no fuera al instante socorrida” (El Diario de la Marina de La Habana, 1891).
En la importante y excelsa tarea educativa que nuestra Fundación acomete, nos hacemos eco de las palabras del Director General del Equipo de Titularidad y Gestión, nuestro querido D. José Luis García Olaskoaga, quien en declaraciones a los medios de comunicación subrayaba acertadamente la gratitud y la importancia de “recoger ese testigo con un manifiesto de ilusión y de responsabilidad para el futuro”, testimonio vívido e ilusionante ante la dimensión y belleza del compromiso asumido.
También el sentir de las Hermanas del Amor de Dios, que impregnan con su inconfundible carisma nuestra acción educativa, ha quedado sólidamente reflejado en palabras de nuestra querida Superiora Provincial, la Hna. Sabina Sánchez Fernández, quien dirigiéndose a las diferentes comunidades educativas aseveró toda una declaración de intenciones día tras día hecha realidad en los 22 centros educativos, al afirmar que “Este cambio, que iniciamos con la ilusión de que sea un paso más en la continuidad del espíritu de Jerónimo Usera, nos llena de entusiasmo, y queremos seguir dotando a la sociedad de una oferta educativa cristiana en la que la escuela sea un lugar de aprendizaje, de vida y de evangelización, para que nuestros alumnos sean competentes, aprendan a tomar decisiones y a comprometerse en la construcción de un mundo más justo, solidario y fraterno”.
En el acto de celebración constitutivo, que ha tenido lugar el pasado 4 de septiembre en Madrid, la presidenta del Patronato de la Fundación, nuestra querida Hna. Montserrat Fernández Reyero, nos habló del sentido, la evolución y razón de ser de la Fundación, que nace con el espíritu de enfrentar los retos del mundo de hoy: abriendo caminos, usando la pedagogía Amor de Dios. Una pedagogía fértil e innovadora que tantos éxitos y tantas oportunidades ha brindado a las nuevas generaciones.
Desde nuestro centro educativo, acogemos con enorme alegría y entusiasmo la constitución fundacional, y expresamos nuestro reconocimiento y gratitud a todas las comunidades educativas, hermanas, Equipo de Titularidad y autoridades que, en el acompañamiento y laborioso trabajo fundacional, han hecho posible que esta estrella nazca y pueda brillar, en el firmamento educativo en el que nos encontramos, con luz propia.
Con nuestros mejores deseos de un próspero devenir, que el amor de Dios reine en nuestros corazones.
Fundación Educativa Amor de Dios - Colegio Nuestra Señora de Lourdes.
Puntales, Cádiz.