En el día a día, nos acompañan reflexiones del tipo: ¿Qué quieres de nosotros? ¿Qué sueños nos tienes guardados? ¿Dónde me necesitas? ¿Soy el reflejo de tus valores? ¿Te elijo a ti frente a otras distracciones que la vida me pone delante? ¿Estoy abierto a una transformación permanente que me haga mejor? ¿Te escucho para diferenciar lo importante de lo prescindible? ¿He puesto en orden mis prioridades? ¿Soy cuanto te mereces de mí?
Con la celebración del Miércoles de Ceniza, nuestros alumnos inician un periodo de oración, reflexión y conversión, con un acompañamiento que les ayuda a crecer espiritualmente acogiendo el mensaje pascual, donde realizan una reconversión personal y humanística que pone la vida y la justicia en el centro de todas las cosas. Lo que los cristianos denominaríamos como "poner nuestros ojos en Jesús".
Desde acciones de perdón, conversión y reconciliación que acompañanan a la oración, el ayuno y la limosna, en nuestro colegio el Departamento de Pastoral organiza las semanas por temáticas, para facilitar la didáctica de la catequesis en el tiempo de cuaresma. No perdemos de vista los 15 consejos ofrecidos por el Papa Francisco a los jóvenes para trabajar en este tiempo de cambio:
- 1. Sonreír, un cristiano siempre es alegre!
- 2. Dar las gracias (aunque no "debas" hacerlo).
- 3. Recordarle a los demás cuanto los amas.
- 4. Saludar con alegría a esas personas que ves a diario.
- 5. Escuchar la historia del otro, sin prejuicios, con amor.
- 6. Detenerte para ayudar. Estar atento a quien te necesita.
- 7. Levantarle los ánimos a alguien.
- 8. Celebrar las cualidades o éxitos de otro.
- 9. Seleccionar lo que no usas y regalarlo a quien lo necesita.
- 10. Ayudar cuando se necesite para que otro descanse.
- 11. Corregir con amor, ni callar por miedo.
- 12. Tener buenos detalles con los que están cerca de ti.
- 13. Limpiar lo que uso en casa.
- 14. Ayudar a los demás a superar obstáculos.
- 15. Llamar por teléfono a tus padres.
Que en este tiempo de cuaresma, andéis sobre vuestros pasos y sintáis la alegría de encontraros con vuestra mejor versión: esa que sonríe porque sí, que ve el mundo con ojos claros, que utiliza un lenguaje diferente y para algunos incluso nuevo porque no habla sino al corazón; esa que os engalana de paz sin mancharse de barro, esa que os anima a hacer brillar una lucecita hasta en el lugar más oscuro que puede haber. Que en cuaresma, vuestra vida siga siendo un jardín, que invita a propios y extraños a ser testigos de una grandeza que no debe ser cuestionada, ni razonada y ni tan siquiera a veces entendida: tan solo aceptada, porque Dios vive en nuestro jardín, haciendo de las suyas.