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Historia del colegio

Estatutos de las Hermanas del Amor de Dios

Para hablar del nacimiento del “Colegio Amor de Dios” de Toro, tenemos que situarnos en el contexto histórico en el que ese hecho se produce, trasladarnos al S. XIX para saber qué pensaba y cómo era la sociedad en la que Jerónimo Usera vive y es protagonista.

El S. XIX es un siglo convulso, lleno de importantes acontecimientos en toda Europa, de los que España también es partícipe. A grandes rasgos, en este periodo de grandes cambios, se producen hechos como: la desamortización de los bienes de la Iglesia, dando lugar por primera vez a la figura del monje exclaustrado (Usera fue uno de ellos), la proclamación de la independencia de la mayoría de las naciones americanas (España pierde en este periodo sus últimas colonias de Ultramar), la alternancia en el poder de conservadores y liberales, la apertura de África al mundo, el nacimiento de las misiones y una discriminación de la mujer que relegaba su actividad al ámbito doméstico y a la función de la maternidad según la cultura establecida.

Jerónimo Usera fue testigo, pero también protagonista de estos cambios. Un espíritu inquieto como el suyo no podía conformarse con ser un mero espectador. Usera llevaba a sus espaldas una experiencia vital apabullante: monje exclaustrado por las circunstancias políticas del momento, profesor de griego y hebreo en la Universidad de Madrid, licenciado en Teología, predicador supernumerario de la reina Isabel II (su familia tenía una relación muy cercana y activa con la Corte), gobernador eclesiástico de Cuba, deán de Puerto Rico y soñador. Soñador porque Usera pertenecía a ese tipo de personas que pensaba que su acción podía contribuir a cambiar y hacer un mundo mejor, de ahí sus palabras “He nacido para hacer el bien”.

A pesar de todas las vicisitudes pasadas, de esas idas y venidas de Ultramar a la Península, llega a Madrid ilusionado con la idea de formar maestras para las Antillas. Y en la soledad de la casa de campo que su hermano poseía en Griñón va a escribir los “Estatutos de las Hermanas del Amor de Dios”.

Al leer estas líneas algunos de vosotros os preguntaréis por qué Usera elige la ciudad de Toro para llevar a cabo su proyecto.

En Toro se dieron las condiciones adecuadas para que el proyecto de Usera viera la luz por una serie de circunstancias, tal vez, producto del azar y del deseo de superación de una sociedad que vivía un momento de despegue económico.

El obispo de Zamora era en aquel momento, D. Bernardo Conde y Corral, amigo de Jerónimo y según parece compañero en la dura experiencia de la exclaustración. Él le habló de la existencia de un viejo palacio del obispo en Toro, que podía servirle para su proyecto.

Cuando Usera llegó a Toro se encontró con una ciudad en plena recuperación económica (la filoxera en Francia favoreció la exportación del famoso tinto de Toro), una ciudad interesada en perfeccionar su sistema de comunicaciones (nacimiento de la Carretera Zamora – Valladolid e inauguración del ferrocarril Zamora – Medina del Campo) y una población sensible que comprendió que lo que ofrecía Jerónimo abría nuevas perspectivas culturales y una oportunidad única para darles una buena educación a sus hijas. Hasta entonces, desgraciadamente, la enseñanza primaria elemental, era obligatoria para los niños, para las niñas sólo si había recursos. El proyecto de Usera abría las puertas de la educación a la mujer.

El Ayuntamiento de Toro aprobó las bases el 19 de mayo de 1863. Usera corría con todos los gastos necesarios para la restauración del edificio, los toresanos colaborarían según sus posibilidades: con su propio trabajo, con una colaboración en especias (trigo, vino, fruta…) o con una pequeña suscripción.

Mientras las obras concluían, Jerónimo inició la tarea más complicada, elegir las vocaciones para formar la primera congregación. El primer grupo lo componían doce hermanas y dos profesoras que compartieron la experiencia; eran mujeres de diferentes puntos del territorio nacional.

El 27 de abril de 1864 fue el día elegido para la fundación. En el acto estuvieron presentes las autoridades eclesiásticas y civiles así como los habitantes de la ciudad de Toro y del Alfoz que consideraron el acontecimiento suyo. La Colegiata fue el punto de encuentro y por este motivo se celebraron fiestas populares.

El antiguo Palacio del Obispo se convirtió en un colegio de niñas único en su clase en todo el distrito de Salamanca, destinado a la educación de la mujer, llegando a ser uno de los mejores de España y del extranjero.

Así fue como aparecieron en Toro las monjas del “hábito azul”, las “Hermanas del Amor de Dios”, que han desempeñado un papel fundamental en la educación de varias generaciones en la ciudad de Toro y posteriormente en el mundo, así fue como nació nuestro colegio, que el pasado 27 de abril de 2014 cumplió los 150 años de existencia.

Autora: MªAngeles García Hernández - profesora del colegio y vecina de Toro