Gracias, Sor María
En los colegios Amor de Dios se busca el desarrollo integral de la persona e integral ha sido la vida de Sor María, Angelita para la familia.
Solo hace falta leer las muchísimas palabras que acompañan su figura estos días para imaginar un poco todo lo que suponía su presencia y su trabajo.
Encarnó el amor de Dios en muchísimas facetas y ámbitos. Muchos y muchas la pueden visualizar como una hermana; seguramente como una hermana mayor en la cual ver un ejemplo, un modelo, una acompañante, una confidente y a quien pedir sabio consejo de los más variados temas: cultura, fe, educación, vida...
Una amiga con la que compartir diversos momentos de ocio. Mucha diversión, muchas risas, muchos ratos alegres festivos y también cariño, consuelo y compañía de aquellos momentos no tan alegres.
Compañera de trabajo de muchas personas. Le encantaba consultar y escuchar a los profesionales, como ella, para juntos desarrollar las mejores opciones. Diligente en todas las labores que asumía, que fueron muchas y variadas. Como buena matemática le gustaba multiplicar las opciones y dividir, restar y por supuesto, solucionar los problemas.
Directora inteligente. Acogedora en su despacho. Transmitía calma. Era paciente y lo contagiaba a los demás para conseguir resolver la situación. Luchadora por el éxito de toda la comunidad educativa. Innovadora, comprensiva y respetuosa. Como buena educadora supo ayudar a sacar a la luz el tesoro de virtudes que muchas personas teníamos dentro.
También guía personal, sutil, vigilante, pendiente del desarrollo de sus personas más cercanas, sus familiares; allá donde se encontraran, allá donde se encontrara. Como una pequeña hada madrina que con ligero toque te encauzaba y te mostraba un camino nuevo e interesante.
Por último, atenta, detallista y dedicada siempre a los más pequeños. Con una inmensa simpatía. Con pasión. Compartiendo los intereses de cada uno. Dejando que se acercaran a ti, algunos desde el mismo día de su nacimiento, tita María.
Angelita, Sor María, tocaste nuestras vidas para marcarlas para siempre. Tu cuerpo ya descansa y nos dio un inmenso corazón, un corazón Amor de Dios del que sólo nos puede surgir la palabra GRACIAS.
Siempre te recordaremos con una sonrisa, la que de ahora en adelante seguirá apareciendo cada vez que te pasees por nuestra memoria.
Te queremos mucho.
Christian Domínguez y Fany Trigo.
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